James
Gaynor (1802-1892). He was born in Co. Westmeath, Ireland,
and emigrated to Argentina in the 1840's. In 1856, 'Don Diego'
was a member of the first government of Capilla del Señor,
an important settlement of Irish estancieros. In 1869, he
was the owner of 1/2 league (1,165 hectares, 2,879 acres)
in Luján, 30,000 sheep and eight 'suertes' of land in Uruguay.
He married in Ireland with Louise Wallace (1813-1879). They
had eleven children. At the time of his death, James Gaynor
was the owner of 36 leagues (83,915 hectares, 207,361acres),
more or less the equivalent of Co. Dublin. He died on 15 June
1892, leaving a family of about 150 members, who 'well may
fell proud of him, who from a humble beginning, and no doubt
through many hard struggles, by honest labour laid the foundation
of that independence and social position which they enjoy'
(The Southern Cross). [1] John
Walter Maguire wrote "... como tenía por costumbre,
vestía levita, pantalón, bota fuerte, galera de copa y un
poncho de paño azul forrado de bayeta colorada. El apero,
al uso de la época: bajera de tres cueros esquilados y bien
sobados, con la carne para abajo para no bastear el lomo
del animal, la carona de cuero de vaca sin lonjear, una
matra, otra carona de suela de lomillo, sobre éste un cojinillo
hecho con una matra de mechones de lana de oveja, un sobrepuesto
de plumas de cogote de avestruz y un cinchón de dos vueltas;
cabezadas, fiador y maneador trenzado de cinco hebras, estribos
de aro de hierro y lazo; montaba un soberbio caballo blanco,
el crédito de su tropilla elegida de entre su caballada
muy famosa en el pago. Gran aficionado a la cría de buenos
caballos, seleccionaba sus manadas y sementales con acierto
y se sentía orgulloso de poseer tal caballo que, por ligero
y por guapo, lo había salvado en ocasiones de caer en manos
de los indios".
Refiriéndose
este autor a su expedición al oeste, donde después adquirió
campos, dice: "... dejaron (don Diego, es decir, James
Gaynor, John, el llamado don Juan Maguire, y Patrick MacDonnell)
las últimas poblaciones de Chivilcoy y entraron en la inmensa
llanura ... Don Diego disfrutaba contemplando estos campos
que ofrecían tantas posibilidades, buenas aguas, caza abundante
y pastos flor, donde sus haciendas vacunas y yeguarizas
se multiplicarían fácilmente ... Elegido el campo Don Diego
gestionó su adjudicación del Gobierno de Buenos Aires, pues
estaba fuera de la frontera con los indios ... los trámites
fueron largos y los tres amigos lograron a su fin que se
les adjudicaran doce leguas cuadradas a $ 8.000 la legua
... una vez cumplido el pago ... comenzaron los preparativos
que requería tamaña empresa ...". La ocupación del
campo tuvo lugar en mayo de 1865, llevando don Diego 3.400
ovejas. "Llegados a la laguna", continúa John
Walter Maguire, "ante la inmensa soledad de la pampa
y en presencia de los que estaban empeñados en la patriótica
empresa de desbravar el desierto y convertirlo en tierra
productiva, don Diego, en acto solemne, tomó posesión de
las tierras y denominó la estancia "Loncagüé".
Desde ese momento todo fue actividad ...". Poco tiempo
después, varios vascos que estaban fabricando ladrillos
para las casas fueron atacados y muertos por los indios,
en diciembre de 1865. "Después del combate de Loncagüé
... hasta el año 1876, fue una gerra constante con el indio.
Sus invasiones, cuyo único fin era el pillaje, llegaban
desde la misma cordillera ... En una de éstas y encontrándose
don Diego como a dos leguas de la estancia, se topó con
dos indios que le exigieron les entrgara su caballo blanco;
el estanciero, apuntándolos con su carabina Spencer, replicó:
"es difícil que les entregue el blanco porque son mis
piernas y no estoy dispuesto a quedarme de a pié en medio
del campo; si creen que pueden sacarme el caballo dispónganse
a pelear y tengan la seguridad que recibirán una bala cada
uno". Los indios se apercibieron de la decisión y coraje
de este viejo luchador que a pesar de sus 65 años conservaba
su fuerza física y mental, y quedaron desconcertados. Lo
vieron alejarse lentamente y lo siguienteron con la intención
sin duda de bolearle el caballo. Don Diego no los dejaba
ponerse a tiro, tan pronto veía que los indios se adelantaban
les daba el frente y los apuntaba con la carabina. Así fueron
andando como una legua hasta que el más decidido de los
perseguidores desató un par de boleadoras ... el viejo,
con gran serenidad, apuntó y disparó su carabina alcanzando
en pleno pecho al indio que, dando un grito, abrió los brazos
y cayó muerto. El otro, que se aprestaba a atropellar cuando
el caballo fuera boleado, quedó asombrado e inmóvil. Don
Diego se aproximó diciéndole que había cumplido con su palabra
... y que le ordenaba retirarse de su campo si no quería
correr la misma suerte de su compañero ...". [3] |